Hoy tengo mi día de
reflexión, he sacado el payaso que llevo
dentro y lo he lavado. Mi dilema es el siguiente:¿ Me lo pongo o dejo de hacer
payasadas? La acritud de la vida me quita las ganas de ponerme el traje, por
otra parte pienso que se jodan y se incomoden con mis payasadas. No soy payasa
de profesión, ya quisiera, pero sí de espíritu.
No me pongo una pelotilla en la nariz, ni aúllo como los lobeznos, ni siquiera calzados
ni ropas XXL, pero tengo espíritu payaso.
El payaso vive en
el fracaso, pero no se instala en él. No
me quiero hacer adulta, me suena a adulterada como está la sociedad. Prefiero
ser payasa solitaria a manada a acompañada.
Sí, soy triste de
interior y alegre de fachada, para dulcificar la amarga vida. No me gustan los graciosos me dan grima, pero sí
los payasos.
La mayoría de las enfermedades actuales son piscosomáticas ( migrañas, alergias, hipo/hipertensión, ulceras de estómago, diarreas, estreñimientos) todas ellas la raíz en temores y preocupaciones.
Me tengo que hacer payaso para sobrevivir
El colmo de un agnóstico
es no creer en sí mismo, pero el colmo de un payaso no es estar triste, es algo
natural.
Lo que me resulta indignante es que se llame de forma peyorativa payaso a alguien, con lo que cuesta hacer felices y sonreír a los demás
Me gustaría ser
creyente y pensar que el buen humor es la medicina de Dios. Pero el payaso adorna su buen humor en el exterior
y se come los sapos en solitarios, culebras y batracios.
Bueno parece ser
que mientras charlaba mi payaso se va secando, me lo vuelvo a poner, y a seguir
jodiendo al mundo con mis payasadas.
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