sábado, 13 de junio de 2015

SOY UNA PAYASA.


Hoy tengo mi día de reflexión,  he sacado el payaso que llevo dentro y lo he lavado. Mi dilema es el siguiente:¿ Me lo pongo o dejo de hacer payasadas? La acritud de la vida me quita las ganas de ponerme el traje, por otra parte pienso que se jodan y se incomoden con mis payasadas. No soy payasa de profesión,  ya quisiera, pero sí de espíritu. No me pongo una pelotilla en la nariz, ni aúllo como los lobeznos, ni siquiera calzados ni ropas XXL, pero tengo espíritu payaso.
El payaso vive en el fracaso, pero no se  instala en él. No me quiero hacer adulta, me suena a adulterada como está la sociedad. Prefiero ser payasa solitaria a manada a acompañada.
Sí, soy triste de interior y alegre de fachada, para dulcificar la amarga vida. No  me gustan los graciosos me dan grima, pero sí los payasos.
La mayoría de las enfermedades actuales son piscosomáticas ( migrañas, alergias, hipo/hipertensión, ulceras de estómago, diarreas, estreñimientos) todas ellas la raíz en temores y preocupaciones.
Me tengo que hacer payaso para sobrevivir

El colmo de un agnóstico es no creer en sí mismo, pero el colmo de un payaso no es estar triste, es algo natural.
Lo que me resulta indignante es que se llame de forma peyorativa payaso a alguien,  con lo que cuesta hacer felices y sonreír a los demás
Me gustaría ser creyente y pensar que el buen humor es la medicina de Dios.  Pero el payaso adorna su buen humor en el exterior y se come los sapos en solitarios, culebras y batracios.
Bueno parece ser que mientras charlaba mi payaso se va secando, me lo vuelvo a poner, y a seguir jodiendo al mundo con mis payasadas.

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