martes, 28 de febrero de 2012

EL PUCHERO DEL HORTELANO EN LA RIVIERA DE MADRID. CRÓNICA JACK EL CABLES





Sábado 25 FEBRERO 2012, el sol en lo más alto, tarde prácticamente de primavera, cuando uno va a un concierto, la tarde se encara de otra manera, ropa cómoda, zapatillas de las de dar botes y sonrisa en la cara, estoy preparado para mi cita a ciegas.
Sobre las 7 llego a la Riviera, el continente del acto, hay ambiente, jaleo, humo y cerveza, amigos, charla y carcajadas, después del prólogo comienza la historia. entramos a la sala, bastante gente, somos parte del coctel, el contenido, la gente es puro jadeo, falta el ingrediente final, la música.


Sale el grupo a las 9 y poco, se escuchan aplausos y gritos de alegría, (mis gritos favoritos), la gente esta entregada, a mí solo me queda dejarme llevar... Mi primera sorpresa la voz del cantante, cuando algo se rompe, es del uso y eso se nota, una voz que no ha parado de hablar, de enlazar palabras, de reír y llorar, una voz rota, que llena de sentimiento, va escribiendo sobre ese folio de melodías… canciones que viajan del desespero al amor, del llanto a la alegría, de la noche calurosa a la fría, de la mañana soleada a la cama vacía. Canciones que hablan de la vida, de sus altibajos, con toques de poesía, y eso los sentimientos lo agradeces, siguen tema tras tema, haciendo que la gente pase de botar, a abrazarse las parejas, a sacar brillo a los ojos, a sonrisas sin problemas, a bailar con la guapa y la fea, a disfrutar de estar vivo.
Sonidos fusionados, los vientos excelentes, trasportándonos a base de ritmos, de marruecos a los balcanes, sin olvidarse del hacernos bailar, cuando esos vientos soplaban con fuerza y velocidad no existía la quietud. Guitarra española agradable, de caramelo, dulce, sin olvidarse de deleitarnos con algún solo que hizo que el oído se levantara y se quitara el sombrero. Percusión bien metida y no es fácil dar ese toque de raíz, ese toque tribal, que hace que la música sea más instintiva mal animal, un bajo elegante, que no necesitaba gritar para dejarse oír, y la guitarra eléctrica que la tocaba el cantante, sin tapujos ni miedo, buenos rasgados y en las canciones más bailables acompañando a la perfección a los vientos, seguían los temas y la gente cada vez estaba más entregada.


Después de hora y media de descanso, todo el mundo sabía que algo quedaba en la chistera y así fue tres temas más, a quién no le apetece seguir comiendo cuando aún le queda hueco, ahora sí se despiden, desaparecen entre bambalinas, pero algo pasa, los que no es al primer concierto que vamos, sabemos que hasta que las luces nos se enciende.., así que de allí no se mueve nadie, de nuevo aparecen, y otros tres temas para terminar una cena musical de las buenas, de las que acabas cortando un buen trozo de pan con miga, para no dejar nada y arrebañar bien el puchero. Hablo de cita a ciegas, porque nunca los había visto ni oído, fue una cita preciosa, una noche memorable, una de esas de beso en la puerta y me aseguré de pedirle el teléfono.
Gracias Jack, por colaborar con "A toda fusión"

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