Sold out en taquilla: 24 DE
ABRIL DE 2021
Después de un año especialmente complicado para las artes
escénicas, y lo que nos queda aún de este. Se agradece alternativas por parte
del Ayuntamiento de Getafe. Para seguir deleitándonos con la cultura, poesía y música.
Desde un sitio privilegiado, pude disfrutar de un
concierto intimista, sencillo y con una buenísima calidad. No, no éramos miles
de personas. No se oían nuestros gritos ensordecedores aclamando al artista. Y
es que en tiempos de COVID, toca reinventarse. Al fin y al cabo, la
supervivencia no siempre es el más fuerte, si no el que mejor se adapta. Y si
hablamos de adaptaciones, desde luego, Lichis ha demostrado a lo largo de su
larga trayectoria que no ha tenido ningún problema en evolucionar. En hacer la
música de acuerdo a sus cambios vitales.
Sin aferrarse a ningún estilo en concreto. Huyendo de las etiquetas. Por muy
apetitosas y comerciales que en algún momento fueran.
Ya si hablamos de éxitos comerciales, sin duda con su
anterior proyecto “La cabra mecánica”, lo consiguió. Su famosa “lista de la compra
alcanzó gran popularidad y a día de hoy se sigue tarareando y sonando de fondo
“Tú que eres tan guapa y tan lista. Tú que te mereces un príncipe un
dentista….”
Me declaro fan acérrima de La Cabra Mecánica.
Descubrir a Lichis como artista primero y como persona
después, ha sido unos de las mejores cosas que me han podido pasar. Y no
exagero nada. La música tiene el poder de transformar miles de cosas,
situaciones, personas…
Siempre pensé, que si alguna vez, hacía una entrevista a
Lichis (Reportera marca blanca. De Hacendado, low cost) la primera pregunta
sería: ¿Miguel, mataste a la cabra? ¿Era necesario?. Y pienso, “porque pa eso
está la gente pa pensar”. Tal vez sí. Era necesario enseñar esa cara oculta de
la luna. Esa otra parte del artista.
Miguel Ángel Hernando, más conocido como Lichis. Un
artista íntegro y completo, sin más coletillas. No es nada nuevo la destreza
como músico. La brillantez haciendo letras. El trabajo artesanal en cada una de
sus canciones. Todo regado con un toque irónico, melancólico, iracundo, rabioso, triste y mucha música.
Aceptando que la fiebre del rock star, tal vez paso, nos
deja paso a un artista de verdad. Real. No, no era el Wizink Zenter. Pero es un
privilegio poder disfrutar, en un tiempo de distancia social obligada, de
tantísima cercanía.
Abrimos con Hombre Orquesta. Curioso porque, al hombre
orquesta, que le ha tocado ser, a la fuerza. Lichis sale guitarra en mano y
cascabeles en manos y pies (todo tipo de percusión). Para después preguntarse qué haría Loquillo…
Cazamos mariposas, escuchamos ruido en nuestras cabezas.
Fuimos teloneros de lujo, tuvimos tic raros,
y ya sabíamos que nunca fuimos Paris. Bajando hasta el suelo del
escenario, para cantar a Febrero, y lucir coloridos calcetines, todo hay que
decirlo. Para terminar siendo antihéroe al fin. Que siempre me pareció mucho
mejor, que llevar los calzoncillos por encima de las mallas.
Habló de lo humano y de lo divino. Del amor, del desamor.
De la madurez, de las presbicia y de cuantas veces le han dicho eso de: “Lichis
tú antes molabas…”. Molaba y mucho. Y ahora es tiempo de dar a conocer la otra
parte. La que siempre ha estado ahí, pero que era menos conocida. Ahora demos
paso al blues, al country, al rock.
Gran repaso a sus canciones de sus últimos trabajos en solitario. Mesa para
dos, Girasoles, Torneos de Verano, mariposas. Pinceladas de modo avión y hasta
un tema de la Cabra Mecánica para acabar con un bis. “Antiheróe”. Con buena
verborrea entre canción y canción, y todo eso, sin consumir su bono de 10
tacos. Había niños en la sala, entre ellos los suyos, y prometió no decir más
de 10. No en vano, el pequeño Miguel Angel III de 5 añitos, llevaba bien la
cuenta. Lo demostró cuando en el último
speak soltó uno, y dijo: “Huy perdón, me he pasado” y el pequeño Miguel
gritó “Te queda uno”.
Fue muy refrescante disfrutar de esta propuesta en medido
de toda esta pandemia, que nos ha paralizado a todos la vida. Fue como volver
un poco a la normalidad. De la mano de alguien excepcional y muy muy inspirador.
Que vengan más conciertos, aunque sea en chiquitito. Aunque aún sea sentaditos
y sin apenas cantar. Porque sin música estamos todos un poco menos vivos. Y
artistas con tanta pericia, con tanto amor y con tanto esmero, mucho mejor
escucharlos en directo.
NOEMI FERNANDEZ